¿Por qué decimos que el hecho de hacer terapia nos cambia la
cabeza?
Pensémoslo de la siguiente manera: Uno que tiene su vida bajo
control, un día aparentemente como todos los demás, se levanta e inicia las
actividades de su cotidiano vivir. Hasta aquí, todo bárbaro, no pasa nada. Pero, y quizás muchos acuerden conmigo y otros no, en ocasiones
suceden cosas que nos movilizan, como
quien diría, nos conmocionan, producen la sensación de que algo se precipita,
así como si fuera un corrimiento de las placas tectónicas de la estructura psíquico-emocional…
entonces el tinglado que, (a veces más
robusto, a veces más cachivacheado) y que, como mencioné en un principio, daría
cuenta de aquella condición inicial de “tener toda la propia vida bajo control”,
comienza a convocar a la tan eficaz angustia. Y digo eficaz, porque determinado
tipo de angustia, funcionaría a
predominio de señal, una señal de que algo, y quizás ni siquiera sepamos qué,
no anda del todo tan bien como uno creía.
Entonces, y en el mejor de los casos, la persona se da cuenta
de que algo le sucede y decide que eso no es para sí, y que elige vivir de otra
manera, decide sentir-se bien. Así es
que muchos buscan ayuda y consultan.
Ahora, ¿qué se espera de un espacio psicoterapéutico?
Se pueden esperar muchas cosas… así, muchos asisten con la
fantasía de que el profesional con sus palabras va a accionar un mecanismo instantáneo
de reseteo psicodinámico y la angustia desaparece como por arte de magia… y la
verdad, esto no es una expectativa viable. Hay otros que tienen la sensación de que, si
hablan y hablan, recuerdan y se regodean
en aquellas cuestiones que los angustiaron y angustian, ya está, se curaron. Y si esto no sucede el psicólogo no-sa-be-na-da.
Bueno… estos deeentro de todo están más
orientados que los anteriores. Pero tampoco funciona así.
¿Y entonces? ¿Qué del espacio terapéutico te “cambia la
cabeza”?
La reelaboración, no se trata simplemente de recordar sin
hacerse cargo, se trata de reelaborar, eso “te cambia la cabeza”, ¿y de qué se
trata? de poder hacer algo distinto con lo que pasó, poder re-nacer,
construirse desde las propias experiencias de vida, cada uno con sus tiempos
lógicos… y ahí sí, podemos decir que la terapia nos cambia la cabeza.