lunes, 21 de noviembre de 2016

Las mentiras y sus mentirosos (Parte 1)



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Generalmente mentir no es tan simple y las mentiras más crueles son dichas en silencio.
Mentir es una característica tan central de la vida que una mejor comprensión de ello resulta pertinente para casi todos los asuntos humanos. A algunos esto que digo los hará agitarse de indignación, porque entienden que la mentira es siempre algo censurable, o acaso no es eso lo que nos inculcan desde niños?, pero piensen en cuantas mentiras dicen por semana, o tienen que escuchar de otros… Paul Ekman (2009) sostiene al respecto: …”No comparto esa opinión. Proclamar que nadie debe mentir nunca sería caer en un simplismo exagerado... También las mentiras pueden ser crueles, pero no todas lo son. Algunas son altruistas. Hay relaciones sociales que se siguen disfrutando gracias a que preservan determinados mitos. Sin embargo, ningún mentiroso debería dar por sentado que su víctima quiere ser engañada, y ningún descubridor de mentiras debería arrogarse el derecho a poner al descubierto toda mentira. Existen mentiras inocuas y hasta humanitarias. Desenmascarar ciertas mentiras puede provocar humillación a la víctima o a un tercero…”
Qué es mentir?
Muchas personas suministran información falsa contra su voluntad, faltan a la verdad sin por ello mentir. Pensemos en alguien  que tiene la idea delirante de que es el Oso Yogi, no es un mentiroso, aunque lo que sostiene es falso, o no? O si la apariencia de alguien transmite una falsa impresión, no está mintiendo necesariamente, como no miente la Mantis religiosa que apela al camuflaje para asemejarse a una hoja de vegetal, como no miente el tipo cuya frente ancha sugiere un mayor nivel de inteligencia del que realmente tiene...
La persona que miente está en condiciones de elegir entre mentir y decir la verdad,  conoce la diferencia y decide mentir, engañar a su víctima, y esta a su vez no pide ser engañada.
A menudo, para llevar adelante el engaño y sostenerlo es preciso que se combine el ocultamiento con el falseamiento, pero a veces el mentiroso se las arregla con el ocultamiento solamente. No todo el mundo considera que el ocultamiento es una mentira, hay quienes reservan este nombre sólo para el acto más notorio del falseamiento, pero basicamente, y a pesar de cualquier artilugio retorico, convengamos que, concretamente, es otra forma de mentir. Aunque los que mienten suelen sentirse menos culpables cuando ocultan que cuando falsean, pero en ambos casos sus víctimas resultan igualmente perjudicadas.
Por otra parte, las mentiras por ocultamiento son mucho más fáciles de disimular una vez descubiertas. El mentiroso no se expone tanto y tiene muchas excusas a su alcance:  su “ignorancia del asunto”, o su “intención de revelarlo más adelante”, o la memoria que le está fallando, etc.
Peeeero es fácil ocultar una emoción cuando no se siente, es mucho más difícil ocultar una emoción realmente sentida, en especial si es intensa. El terror es menos disimulable que la preocupación, la furia menos que el disgusto. Cuanto más fuerte sea una emoción, más probable es que se filtre alguna señal pese a los esmerados esfuerzos del mentiroso por ocultarla. Simular una emoción distinta, una que no se siente en realidad, puede ayudar a disimular la real. La invención de una emoción falsa y su actuación, puede encubrir a otra ocultándola. Así es como todo se va enroscando cada vez más demandando un esfuerzo y pericia cada vez mayor por parte del mentiroso. Después de todo, todos contamos con un sistema nervioso autónomo, un sistema Límbico, un inconsciente, más o menos sentimientos de culpa y lo principal, no todos somos psicópatas.   
Algún aspecto del comportamiento del mentiroso puede traicionarlo/a. Existen dos clases de indicios del engaño: un error puede revelar la verdad, o bien puede sugerir que lo dicho o lo hecho no es cierto. Sin embargo, lo que nos convoca aquí son los errores cometidos durante el acto mismo de mentir lógicamente contra la voluntad del que miente, conductas que llevan las mentiras al fracaso. La pista sobre el engaño  puede presentarse en:  Un cambio de la expresión facial, un movimiento del cuerpo, una inflexión de la voz, un ritmo respiratorio excesivamente profundo o superficial, largas pausas entre las palabras, un lapsus verbal, una microexpresión facial, etc.
Las microexpresiones son movimientos involuntarios de los músculos de la cara, en momentos especialmente emotivos y que estén relacionados con una situación que pueda provocar considerable ansiedad, ya sea por motivos positivos o negativos.  En la actualidad, se ha determinado que las siete emociones básicas (Alegría, rabia, tristeza, sorpresa, desprecio, miedo y asco) no pueden ser “falsificadas” de manera perfecta. Las micrexpresiones se producen de manera involuntaria en muy breves fracciones de tiempo. Uno de los creadores de este concepto es el Dr. Paul Ekman, experto investigador con mucho más de treinta años (desde 1970) de trabajo desarrollando la teoría que relaciona las microexpresiones y el engaño.
Ekman sostiene que las personas no escogen deliberadamente el momento en que sentirán una emoción, por el contrario, lo común es que vivencien las emociones como algo que les sucede pasivamente, así sea en una mínima fracción de tiempo.  No sólo hay pocas opciones en lo inherente al momento de experimentar una emoción, sino que además nos damos cuenta de que no hay demasiado para elegir en cuanto a manifestar o no ante los demás sus signos expresivos automáticos característicos, y esto es lo que delata la mentira; solo que muchas veces nos encontramos concentrando toda nuestra atención, únicamente en las palabras que nos dicen, como el espectador que sigue fijamente las manos del ilusionista.


martes, 15 de noviembre de 2016

El nacimiento de un niño con discapacidad


El nacimiento de un niño con discapacidad es un acontecimiento que irrumpe conmocionando al grupo familiar, afectando su dinámica y generando diferentes reacciones entre sus miembros. Es un suceso que se precipita desde lo inesperado, desde lo impensado, pudiendo generar tristeza, dolor, hiperactividad, ira y hasta la desintegración de la pareja adjudicándose culpas y vivencias de castigos que no tienen razón de ser.

Resultado de imagen para hijo con discapacidadComo sostiene Fainblum 2008, todo niño se gesta y se produce su nacimiento, en primera instancia, a nivel no biológico; tiene su primera existencia en el deseo de sus padres, en sus palabras, en sus deseos y anhelos.
Se dicen cosas como “será doctor”, “será abogado”, “actor famoso”, “jugador de futbol” seguramente tendrá el color de ojos de… Siempre algo en relación con la historia de los padres se encuentra presente en ese niño, viene con una expectativa particular, la de completar, rectificar esa falta en la historia de los progenitores.
En ese niño se juega el narcisismo de los padres, su “Ideal”, viene a ocupar el trono, “His majesty the Baby”, como sostiene Freud 1914 en Introducción al Narcisismo:
“…deberá realizar los deseos incumplidos de sus progenitores y llegar a ser un gran hombre o un héroe, en lugar de su padre, o si es mujer casarse con un príncipe, para tardía compensación de su madre.  El punto más espinoso del sistema narcisista, la inmortalidad del yo, tan duramente negada por la realidad, conquista su afirmación refugiándose en el niño…”
Entonces el niño que nace con  discapacidad cae de ese lugar perfecto, idealizado de sus padres, sumergiéndolos en un arduo trabajo de duelo, el duelo por ese niño soñado que no es.
Lo padres pueden pasar por etapas de resistencias al diagnóstico, negación,  odio hacia los profesionales o hacia ellos mismos pudiendo sentirse culpables de la discapacidad de su niño. En la pareja puede aparecer hostilidad, acusaciones mutuas, distanciamientos. Se pueden reactivar situaciones conflictivas previas de la pareja y de la historia de cada uno de los progenitores, activadas por el dolor sentido.
En el caso de que hubiera otros niños, inintencionadamente puede ocurrir que se los descuide o que se intente ocultar la realidad de la discapacidad de su hermano, ya que ellos mismos no la pueden aceptar en estas primeras instancias, se conmociona todo el núcleo familiar.
Hace algunos años, fui convocado a una jornada sobre discapacidad en una asociación de padres de niños con discapacidad muy conocida en argentina. Al momento de asistir pensé que iba a ser otra jornada más, como tantas otras donde se iban a transmitir y debatir  los lineamientos conductuales y estrategias de intervención que, en lo personal, ya había visto y estudiado en reiteradas oportunidades.
En parte no me equivoqué, pero para mi sorpresa en un momento determinado se presentó el presidente y fundador de la asociación, el Dr. G. padre de un joven adulto con discapacidad, que según nos comentó, se había arrancado, años antes, sus dientes a  golpes en conductas compulsivas de autoagresión.  El Dr. G. nos dirigió unas palabras, palabras que siempre recordaré, nos habló del sufrimiento que él y su esposa, ahora ex esposa, padecieron  a partir del nacimiento de su hijo discapacitado, sufrimiento que se podía ver aun en sus ojos mientras encaraba al auditorio lleno de profesionales de la salud mental. Así nos dijo:
“… No se imaginan el dolor que se siente al saber que ese bebé que estas esperando tanto tiempo tiene una discapacidad, la única manera de tratar de explicárselos es pedirles que piensen en las imágenes de la caída de las Torres gemelas del 11 de septiembre, NOSOTROS ERAMOS LAS TORRES, esa es la sensación de lo que se vive en esos momentos, nos derrumbamos…”
Por ello nos aconsejó que como profesionales de la salud tengamos siempre presente la situación en la que se encuentran los padres de los niños con discapacidad, su necesidad de ser contenidos, escuchados y acompañados en ese proceso que, efectivamente a pesar de resolverse y en la mayoría de los casos parece dotarlos de un empuje y fortalezas admirables, le subyace un dolor y una tristeza que los acompaña toda la vida.

                                                     Lic. Carlos Ontivero.