El pueblo griego, hace miles
de años, sostenía que el sueño era una actividad gobernada por los dioses,
específicamente por Morfeo hijo de Hipnos (quien era la personificación misma del
sueño), y a su vez sobrino de Tánatos (dios de la muerte no violenta). Pensemos
que ambos, Hipnos y Tánatos eran hermanos gemelos descendientes directos de la
noche, o la oscuridad.
Morfeo se corporizaba en los sueños de los mortales adoptando
la forma de seres conocidos del soñante,
y así, se creía que los dioses influían en los mortales. Los romanos, se sirvieron también de estas
tradiciones griegas, y al igual que la mayoría de las culturas antiguas, le
dieron particular importancia a los sueños y sus designios; se dice que, llegaron a decretar la obligatoriedad de
revelar cualquier sueño relacionado con el imperio para ser evaluado así su
mensaje divino. Los hebreos, aunque eran
monoteístas, también los relacionaban con mensajes de Dios padre todo poderoso.
Nuevamente, en este paradigma, se creyó que las pesadillas eran intervenciones
de seres malignos que influían sobre las escenas y pensamientos “más oscuros”
de las personas.
Pero volvamos brevemente a
los griegos. Aristóteles, por otra parte, no estaba de acuerdo con sus contemporáneos,
él sostenía que los sueños eran elaborados gracias a los vestigios de las
experiencias conscientes de la persona; es más, creía que el sueño podía,
inclusive, actuar inconscientemente en el soñante pudiendo provocar, mediante
su insistencia, que el evento soñado se
produjera en la vida real.
Freud S., en el año 1900, en
su obra (Die Tramdeutung), La Interpretación
de los Sueños, trabaja sobre el descubrimiento del inconsciente, como esa
localidad psíquica, en donde determinado
contenido queda en una instancia diferente a la conciencia del ser humano, pero
no por ello ese contenido estaría inactivo o careciendo de importancia para el
sujeto. Todo lo contrario, a diferencia del precepto cartesiano, Freud va a
postular que justamente: “Se existe allí, donde no se piensa”, en el
inconsciente y utiliza la dinámica del sueño para dar cuenta de ello.
El inventor del
psicoanálisis, va a decir que aquellos contenidos traumáticos, de origen
sexual, y aun más los infantiles, generan una tensión intolerable para la
conciencia, por ello, mediante un mecanismo psíquico especifico denominado
represión, ejecutado por un aspecto moral, el sujeto evade, en principio, estos
pensamientos sepultándolos en “el inconsciente”, allí la consciencia del sujeto
no tiene acceso directo a ellos.
Ahora, ¿cómo es que estos
pensamientos tan temidos o ingobernables actúan, si se encuentran en un lugar
donde no pueden ser pensados? Freud
sostenía que, por ejemplo, durante el sueño, la censura psíquica que debe
mantener estos deseos a raya, cede en su intensidad de trabajo, permitiendo que
estos se agiten nuevamente. Si falla la elaboración onírica haciendo uso del
resto diurno (concepto similar a lo postulado por Aristóteles) y de los camuflajes
propios de los deseos en el sueño; se
generan significativas angustias y fuertes ansiedades, al enfrentar al sujeto,
nuevamente con sus peores deseos y pensamientos incoercibles.
Entonces, en palabras de
Freud, el sujeto sueña porque el relajamiento nocturno de la censura deja
entrar en actividad el impulso ascensional de la fijación traumática; si fallase
la función de su elaboración onírica (que debería transformar los recuerdos de
los sucesos traumáticos en cumplimientos de deseos), el sujeto despierta
ansioso y angustiado. Inclusive existe
el insomnio por temor a soñar con determinados contenidos psíquicos.
Por todo lo mencionado, podemos
asegurar que dormir y despertar va más allá de los aspectos neuro bióticos de
las conexiones reticulares, de la corteza cerebral, las funciones del Tálamo y
tronco cerebral. Por lo que podrán recetarse medicaciones hipnóticas
ansiolíticas, tan comunes en estos tiempos, pero siempre subyacerá un aspecto
psicológico que requiere de ser tratado de manera adecuada. Después de todo, quizás,
aún le tememos a las deidades que llevamos incorporadas.
Realizado por el Licenciado en psicología Carlos Ontivero.
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