Paul
MacLean McLean 1990 postula que, si bien en una sola estructura, nuestro
sistema nervioso central contiene “tres cerebros” – momento, no cambie de
página, lo explicamos- estos se disponen en relación a su orden de
aparición en la historia de la evolución del hombre. En su teoría,
el autor menciona primero un cerebro, denominado reptiliano, luego un Cerebro
Límbico, afín con las capacidades de los mamíferos más primitivos y por último,
en la última disposición se encuentra el neocórtex relacionado con los
mamíferos más evolucionados o superiores. El Cerebro reptiliano sería
para McLean 1990 la parte de nuestro cerebro más primitiva y antigua, lo que
hoy se conoce como instintivo, reptiliano o
paleoencéfalo, este cerebro está conformado por los ganglios basales y el
sistema reticular. Alojado en el tronco cerebral, es la parte más antigua
del cerebro, que rige los impulsos de la supervivencia. Se rige por el puro
presente, no piensa, simplemente es pura impulsividad y reacción. En el cerebro
reptiliano se procesan las experiencias primarias, no verbales, el actuar. Es
el responsable de la conducta automática o programada con un repertorio
limitado, incluyendo las acciones que han de realizarse para sobrevivir.
Para
McLean, el mesoencefalo, o cerebro medio es una estructura más evolucionada con
componentes relevantes que se corresponden con el sistema Límbico, y que según
el autor, comienza a desarrollarse en los mamíferos, físicamente posicionado
sobre el cerebro reptiliano. Este sistema Límbico participa tanto
en la memoria como también en la vida instintivo emocional. Esto es lo que
permite que un recuerdo siempre esté asociado a un sentido y significación
dentro de la historia del sujeto. El sistema límbico está interconectado
recibiendo informaciones aferentes influyendo a su vez en las actividades
efectoras vegetativas y somatomotoras, siendo por ello indiscutible su relación
con la afectividad, así mismo las conductas emocionales como miedo, cólera y
las que fueran motivadas por necesidades fisiológicas como alimentación.
Todas estas formaciones subcorticales, como el hipotálamo que oficia de centro
de las motivaciones de los actos de expresión emocional, se hallan vinculados a
las manifestaciones de la existencia de la persona. El sistema denominado
Límbico, además de su intervención en la vida instintivoafectiva, posee otra
función: colabora en la transformación de la información en memoria.
Con el tiempo aparece con una mayor progresión evolutiva, la
tercera y última formación, la corteza cerebral que privilegia al ser humano
con el sustrato para el pensamiento racional. La corteza cerebral es en gran parte
el sustento neurobiótico de la actividad intelectual. Este cerebro, nuevo
en sentido evolutivo, denominado corteza cerebral, o neocórtex se encuentra
sobre las formaciones más antiguas, es tan extenso que tuvo que conformarse en
pliegues para caber en la caja craneana, su espesor varia de 1,4 a 4
milímetros, se encuentra recubriendo cada hemisferio cerebral proporcionando
los circuitos que permiten los procesos cognitivos y funciones superiores, como
la función ejecutiva. El neocórtex se compone casi en su totalidad de
sustancia gris con alrededor de diez mil millones de neuronas; es el producto
final de la evolución filogenética del ser humano permitiendo aquel proceso de
planificar, anticipar, inhibir respuestas; elaborar estrategias, juicios y razonamientos
acorde a demandas y exigencias sociales y personales.
Todas
estas funciones dependen de regiones del encéfalo de maduración tardía
estrechamente vinculadas a la plasticidad neuronal (concepto desarrollado en otro
artículo del presente blog), y a la generación de nuevas conexiones neuronales.
Castaño (2005) es de la idea de que la corteza prefrontal está constituida por
neuronas con capacidad de procesamiento multimodal y que su maduración sigue un
proceso más lento que el resto del cerebro completándose
recién al final de la adolescencia, optimizando así funciones como la
anticipación, planificación, memoria de trabajo, control emocional con
inhibición de impulsos y de respuestas incorrectas, flexibilidad cognitiva y
capacidad de abstracción.
Y
como para concluir, agrego que, seguramente si cerramos los ojos y pensamos en
muchos de nuestros conocidos podríamos imaginarnos, cual de estos
cerebros prepondera en cada caso...
Realizado por el licenciado en psicología Carlos Ontivero.
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