Estos días comencé a evaluar la
posibilidad de redactar algo relacionado con alguna noticia de la actualidad, y
qué más actual que la tragedia de Costa Salguero. Ahora tarea difícil si las
hay, ya que he leído en estos días excelentes y admirables análisis técnicos y muy
precisos de profesionales avezados. Entonces,
¿qué decir?
Se me ocurrió que, ya que
este suceso involucra a los jóvenes, podríamos analizar un cuento, mejor dicho,
re-pensar un cuento, uno de los de
antaño, de esos que todos conocemos desde hace, poco más o poco menos.
Imaginemos una versión actual de “Blancanieves”…
Bien, hoy en día, y
simplemente para comenzar, nos veríamos en la obligación de dar cuenta y
realizar aclaraciones por el nombre de la joven… lo que ya es significativo y
nos va llevando al tema que nos convoca.
Blancanieves, pensémosla, una
joven muy bonita, con toda la belleza que acompaña a la juventud, con una
posición económica más que buena (recordemos: vive en un palacio, viste
hermosos vestidos, si ella fuera a un boliche, seguramente podría pagar $500,
$800 la entrada, así también $80 la
botellita de agua…). Entonces, aparentemente Blancanieves tendría todas las
necesidades básicas más que cubiertas. ¿O no?
Pero luego tomamos
conocimiento de que la pobre adolescente que parece tenerlo todo, que inclusive
nos autorizaría a pensar que en más de alguna ocasión pudo ser modelo,
aspiración y anhelo de otras jóvenes con menos recursos, está un poco sola, o por lo menos así podría sentirse. ¿Sola?
Sí. Recordemos que en la historia de la joven, la persona que debería oficiar
de madre está muy ocupada consigo misma, aún más, su mayor ocupación esta en envidiar y rivalizar con la belleza y juventud
de la adolescente.
Del padre… ni noticias. Pero
claro, quizás los más memoriosos, me recordarían que en su lugar, la jovencita
cuenta con “siete enanos”, los que laburan todo el día de estrella a estrella… panorama complicado.
Ahora, para continuar, tomemos
cuenta que Blancanieves es una adolescente y, como tal, se encuentra
atravesando una etapa muy compleja y traumática. En este momento de su vida la
joven debe poder resolver nada menos que el duelo por el cuerpo de la infancia,
por la caída de los padres idealizados, también aquí va a poner en tela de
juicio todo lo conocido, por ende se va a revelar enérgicamente contra todo lo
que pueda revelarse, va a odiar y a amar fervientemente y con la misma
franqueza. Va a sufrir la angustia de tener que decidir quién será el día de
mañana, qué quiere para su futuro, aun, cuando quizás en este momento se
resista a pensar en ello.
Por todo el caos psíquico
que se experimenta en esta etapa, y como todo adolescente solitario liberado a
su propio albedrío, lo más probable es que Blanca Nieves quiera dormir hasta
cualquier hora (y sin mediar manzana), la casa sea un caos, no quiera cocinar
ningún pastel, corte más de la mitad de la falda amarilla del vestido, le grite
a la madrastra que es una bruja perversa a la que le agarró el viejazo, y,
quizás, con suerte, acceda a bañarse cada tanto en la semana…
Pero debemos tener presente
que para poder acceder, antes debe haber un otro presente que proponga o apremie.
Recordemos que lo más probable es que la joven se sienta sola, como todo adolescente, incomprendida, y que, probablemente, en el ambiente se presenten dificultades de comunicación entre los miembros del grupo familiar.
¿Cuánto tiempo puede pasar hasta que la chica comience a sentir la soledad y el vacío de vivir en un bosque? ¿Con quién va a hablar sobre sus ansiedades o lo que siente? ¿Con los pajaritos y los blanquitos conejos? No, eso dejémoslo para la versión de los Hermanos Grimm (espero ellos me puedan perdonar). La vida no es un cuento maravilloso, la vivencia de vacío, la necesidad de afecto es moneda corriente aquí y ahora. Cuántos chicos y chicas inmersos en esta realidad desearían vivenciar, así sea sólo por un instante, un cuento maravilloso, vivir en ese mundo mágico de ensueño, que seguramente hace muy poquito tiempo aún estaban convencidos de que existía. Otro DUELO más, y lo escribo con mayúsculas porque un duelo no es poca cosa, todo lo contrario, implica un gran gasto de energía y es particularmente doloroso.
¿Cuánto tiempo puede pasar hasta que la chica comience a sentir la soledad y el vacío de vivir en un bosque? ¿Con quién va a hablar sobre sus ansiedades o lo que siente? ¿Con los pajaritos y los blanquitos conejos? No, eso dejémoslo para la versión de los Hermanos Grimm (espero ellos me puedan perdonar). La vida no es un cuento maravilloso, la vivencia de vacío, la necesidad de afecto es moneda corriente aquí y ahora. Cuántos chicos y chicas inmersos en esta realidad desearían vivenciar, así sea sólo por un instante, un cuento maravilloso, vivir en ese mundo mágico de ensueño, que seguramente hace muy poquito tiempo aún estaban convencidos de que existía. Otro DUELO más, y lo escribo con mayúsculas porque un duelo no es poca cosa, todo lo contrario, implica un gran gasto de energía y es particularmente doloroso.
Así los jóvenes están en
una etapa de suma vulnerabilidad, necesitando ser acompañados, escuchados. Al
igual que el niño pequeño, necesitan sentir que cuando tengan la necesidad de
retroceder a buscar palabra, afecto y motivación de sus mayores, ellos estarán
ahí para recibirlos y desde allí los verán adentrarse otra vez en la vida, como
cuando eran pequeños.
Por ello hay que estar ahí. Recordemos
que, como la vida no es un cuento Maravilloso, no hay una bruja torcida y
verrugona con una manzana envenenada, hay un monstruo mucho peor… En la vida
real existe todo un mercado dirigido por psicópatas que especula y se enriquece
con la angustia y necesidad de nuestros chicos, que los envenena aprovechándose
de su vulnerabilidad, vendiéndoles pastillas que producen diferentes
alteraciones sensoperceptivas llegando hasta los más significativos estados
oníricos y alucinatorios, inclusive pudiendo provocar sensaciones muy similares
a los estados en brotes psicóticos o, en diversos casos, a los episodios de los
trastornos de ansiedad. Inclusive a
algunos, como a los jóvenes de Costa Salguero, les quita la vida.
Para ir concluyendo,
quisiera resaltar y que, por favor, quede claro que este escrito no pretende
responsabilizar a los padres por lo sucedido a nuestros chicos, para nada, simplemente
como dice ese conocido refrán: “Camarón que se duerme lo lleva la corriente”. Pensemos
que, si en nuestro caso, la corriente fuera nuestro sistema social, económico y
político, no nos durmamos, que no nos lleve la corriente del dinero, de la imagen y de lo efímero, es muy alto el precio
por dejarse arrastrar.
“No
veo la hora de llegar y estar en Plutón” Posteó una de las jóvenes victimas antes de la
tragedia que le arrebató la vida. Para
pensar… ¿No?
Realizado por el licenciado en psicología Carlos Ontivero.