sábado, 23 de abril de 2016

La vida no es un cuento maravilloso (Tragedia de Costa Salguero)

Estos días comencé a evaluar la posibilidad de redactar algo relacionado con alguna noticia de la actualidad, y qué más actual que la tragedia de Costa Salguero. Ahora tarea difícil si las hay, ya que he leído en estos días excelentes y admirables análisis técnicos y muy precisos de profesionales avezados.  Entonces, ¿qué decir?
Se me ocurrió que, ya que este suceso involucra a los jóvenes, podríamos analizar un cuento, mejor dicho, re-pensar  un cuento, uno de los de antaño, de esos que todos conocemos desde hace, poco más o poco menos. Imaginemos una versión actual de “Blancanieves”…
Bien, hoy en día, y simplemente para comenzar, nos veríamos en la obligación de dar cuenta y realizar aclaraciones por el nombre de la joven… lo que ya es significativo y nos va llevando al tema que nos convoca.
Blancanieves, pensémosla, una joven muy bonita, con toda la belleza que acompaña a la juventud, con una posición económica más que buena (recordemos: vive en un palacio, viste hermosos vestidos, si ella fuera a un boliche, seguramente podría pagar $500, $800 la entrada, así  también $80 la botellita de agua…). Entonces, aparentemente Blancanieves tendría todas las necesidades básicas más que cubiertas. ¿O no?
Pero luego tomamos conocimiento de que la pobre adolescente que parece tenerlo todo, que inclusive nos autorizaría a pensar que en más de alguna ocasión pudo ser modelo, aspiración y anhelo de otras jóvenes con menos recursos, está un poco sola, o por lo menos así podría sentirse. ¿Sola? Sí. Recordemos que en la historia de la joven, la persona que debería oficiar de madre está muy ocupada consigo misma, aún más, su mayor ocupación esta en  envidiar y rivalizar con la belleza y juventud de la adolescente.  
Del padre… ni noticias. Pero claro, quizás los más memoriosos, me recordarían que en su lugar, la jovencita cuenta con “siete enanos”, los que laburan todo el día de estrella a estrella… panorama complicado.
Ahora, para continuar, tomemos cuenta que Blancanieves es una adolescente y, como tal, se encuentra atravesando una etapa muy compleja y traumática. En este momento de su vida la joven debe poder resolver nada menos que el duelo por el cuerpo de la infancia, por la caída de los padres idealizados, también aquí va a poner en tela de juicio todo lo conocido, por ende se va a revelar enérgicamente contra todo lo que pueda revelarse, va a odiar y a amar fervientemente y con la misma franqueza. Va a sufrir la angustia de tener que decidir quién será el día de mañana, qué quiere para su futuro, aun, cuando quizás en este momento se resista a pensar en ello.
Por todo el caos psíquico que se experimenta en esta etapa, y como todo adolescente solitario liberado a su propio albedrío, lo más probable es que Blanca Nieves quiera dormir hasta cualquier hora (y sin mediar manzana), la casa sea un caos, no quiera cocinar ningún pastel, corte más de la mitad de la falda amarilla del vestido, le grite a la madrastra que es una bruja perversa a la que le agarró el viejazo, y, quizás, con suerte, acceda a bañarse cada tanto en la semana…
Pero debemos tener presente que para poder acceder, antes debe haber un otro presente que proponga o apremie.
Recordemos que lo más probable es que la joven se sienta sola,  como todo adolescente, incomprendida, y que, probablemente, en el ambiente se presenten dificultades de comunicación entre los miembros del grupo familiar. 
¿Cuánto tiempo puede pasar hasta que la chica comience a sentir la soledad y el vacío de vivir en un  bosque? ¿Con quién va a hablar sobre sus ansiedades o lo que siente? ¿Con los pajaritos y los blanquitos conejos? No, eso dejémoslo para la versión de los Hermanos Grimm (espero ellos me puedan perdonar). La vida no es un cuento maravilloso, la vivencia de vacío, la necesidad de afecto es moneda corriente aquí y ahora.  Cuántos chicos y chicas inmersos en esta realidad desearían vivenciar, así sea sólo por un instante, un cuento maravilloso, vivir en ese mundo mágico de ensueño, que seguramente hace muy poquito tiempo aún estaban convencidos  de que existía.  Otro DUELO más, y lo escribo con mayúsculas porque un duelo no es poca cosa, todo lo contrario, implica un gran gasto de energía y es particularmente doloroso.
Así los jóvenes están en una etapa de suma vulnerabilidad, necesitando ser acompañados, escuchados. Al igual que el niño pequeño, necesitan sentir que cuando tengan la necesidad de retroceder a buscar palabra, afecto y motivación de sus mayores, ellos estarán ahí para recibirlos y desde allí los verán adentrarse otra vez en la vida, como cuando eran pequeños.  
Por ello hay que estar ahí. Recordemos que, como la vida no es un cuento Maravilloso, no hay una bruja torcida y verrugona con una manzana envenenada, hay un monstruo mucho peor… En la vida real existe todo un mercado dirigido por psicópatas que especula y se enriquece con la angustia y necesidad de nuestros chicos, que los envenena aprovechándose de su vulnerabilidad, vendiéndoles pastillas que producen diferentes alteraciones sensoperceptivas llegando hasta los más significativos estados oníricos y alucinatorios, inclusive pudiendo provocar sensaciones muy similares a los estados en brotes psicóticos o, en diversos casos, a los episodios de los trastornos de ansiedad.  Inclusive a algunos, como a los jóvenes de Costa Salguero, les quita la vida.
Para ir concluyendo, quisiera resaltar y que, por favor, quede claro que este escrito no pretende responsabilizar a los padres por lo sucedido a nuestros chicos, para nada, simplemente como dice ese conocido refrán: “Camarón que se duerme lo lleva la corriente”. Pensemos que, si en nuestro caso, la corriente fuera nuestro sistema social, económico y político, no nos durmamos, que no nos lleve la corriente del dinero, de la imagen y de lo efímero, es muy alto el precio por dejarse arrastrar.
“No veo la hora de llegar y estar en Plutón”  Posteó una de las jóvenes victimas antes de la tragedia que le arrebató la vida.  Para pensar… ¿No?
                     Realizado por el licenciado en psicología Carlos Ontivero. 
                                                                                        

sábado, 16 de abril de 2016

Violencia Laboral o Mobbing

"Situación en la que una persona con mayor jerarquía ejerce una violencia extrema, de forma sistemática, recurrente y durante un tiempo prolongado, sobre otra persona o personas en su lugar de trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima o víctimas, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que, finalmente, esa persona o personas acaben abandonando el puesto de trabajo".
Heinz Leymann - doctor en Psicología del Trabajo.

El concepto de mobbing es relativamente reciente. En sí, fue acuñado por el etólogo Konrad Lorenz quien observó un comportamiento particular en  determinadas especies animales: vio que en ciertos casos los individuos del grupo se unían, aliaban, para atacar sistemáticamente a otro miembro del grupo.
Para definir esta situación  utilizó el verbo inglés “To mob” que se define como atacar con violencia, de allí deviene el término que hoy nos convoca.
Lo más complicado del acoso moral y psicológico en el trabajo es detectar cuándo comienza y porqué. Hay que tener bien claro que el mobbing es intencional, dista mucho de ser un daño sin intención.  Para El Sistema Argentino de información Jurídica (www.saij.jus.gov.ar) las razones pueden ser de orden personal, o bien profesionales, obedeciendo a considerar en primer lugar las cualidades de la víctima.
Sean cuales fueran las  cualidades que reúne la víctima en su particularidad, o por lo menos para el hostigador o mediocre, conducen a este último a efectuar estrategias dirigidas a la destrucción física y moral de la víctima, ya sea por sentirlo una amenaza a futuro o solamente por la satisfacción de sus necesidades particulares (sí, señores, hay gente que goza con estos accionares y como  muchos de los procedimientos psicopáticos constan de un método observable).  
Se sostiene que el acosador primero observa, estudia a la víctima, averigua cosas de él para saber cuáles son sus puntos débiles a socavar, luego genera un conflicto responsabilizando a la víctima generando confusión en el entorno. Por último el hostigador pone en práctica toda la estrategia del acoso utilizando sistemáticamente y durante un tiempo prolongado una serie de comportamientos perversos para ridiculizar, atrapar socialmente y someter psicológicamente a la víctima hasta su desmoronamiento.  Esta es la parte más feroz del mobbing. 
El acosador, dada su mayor jerarquía, busca apoyo entre los demás miembros desacreditando al damnificado e incluso utilizando estrategias que implican represalias para los otros que no lo apoyen. Así es que generalmente la víctima se siente culpable llegándose a preguntar qué es lo que hace mal, de este modo comienza la angustia. Niega las evidencias de la agresión confundido por la pasividad, rechazo o ignorancia del resto del grupo al que pertenece. 
Es una etapa prolongada, sistematizada, sutil de agresión  ininterrumpida  que termina por roer el estado anímico de la víctima por acumulación de estímulos aversivos.  A continuación se mencionan algunos de los accionares más habituales implicados en el mobbin: 

 a) Ataque a la víctima a través de medidas organizacionales.

  •          Designar los trabajos peores o más degradantes.
  •          Designar trabajos notoriamente innecesarios, monótonos o repetitivos.
  •          Designar tareas notoriamente por debajo de sus  habilidades.
  •          No asignar ningún tipo de trabajo.
  •          Exceso de trabajo (presión injustificada o establecer plazos imposibles de cumplir).
  •          Cambios de puesto sin previo aviso, intentos persistentes de desmoralizar o retirar ámbitos de responsabilidad sin justificación.
b) Aislamiento social.

  •         Restringir las posibilidades de comunicación por parte del superior o de los compañeros, impidiéndole plantear lo que  sucede.
  •         Traslado a un puesto de trabajo aislado.
  •         Ignorar a la persona o no dirigirle la palabra.
c) Ataques a la vida privada de la persona.

  •          Críticas constantes a la vida privada.
  •          Atribución de fallos psicológicos y de falsas enfermedades.
  •          Burlarse de algún defecto personal.
  •          Imitar los gestos y cualidades de la víctima.
  •          Ataques a las actitudes y creencias políticas y/o religiosas.
d) Violencia física.

  •          Acoso o violencia sexual.
  •          Amenazas de violencia física.
  •          Maltrato físico.
e) Agresiones verbales.

  •          Gritar o insultar.
  •          Acoso o violencia sexual verbal.
  •          Críticas permanentes al trabajo de la persona.
  •          Amenazas verbales, humillaciones constantes.
Claro que todo esto es un proceso que comienza y se desarrolla prolija y minuciosamente, en el cual, todas las agresiones son ejercidas de tal manera que en muchas ocasiones todo transcurre muy solapadamente, así es que al principio la víctima llega, generalmente, a re-plantearse si realmente es víctima de agresiones o es el parecer de su percepción, el agresor confunde y lo hace adrede, aplica el doble discurso, lo aliena.  Para cuando la víctima toma conocimiento  de lo que pasa, ya está sometida y dañada por la agresión.  En el mejor de los casos puede buscar y acceder a la asistencia de psicólogos y/o psiquiatras conjuntamente con la de un buen abogado laboral.  
Por otro lado es importantísimo tener presente que se debe  conseguir
prontamente el contacto “0” con el agresor.



miércoles, 13 de abril de 2016

Continuamos revolcaos en un merengue...


Hoy 13-04-2016, en este agitado día gris,  puede apreciarse  terrible despelote político y social…  

Kant sostiene que las impresiones sensibles son la ocasión, el estímulo, para que la facultad de conocer se ponga en acción, pero esta facultad de conocer, no se limita solamente a recibir  impresiones, sino que aporta un conjunto de formas a priori con las que el sujeto moldea el objeto en su conocimiento.
Por lo tanto, el conocimiento, no se origina en su totalidad de la experiencia, sino que la  experiencia proporcionaría solamente la materia, y  las formas en cambio provienen del sujeto como condiciones de posibilidad de experiencia de ese ob-jeto. “Ob”, como eso colocado frente a…, delante de…, y “ieptum” como puesto, lanzado, etc.  
Entonces vale decir que cuando hay conocimiento se da un  "algo" que nos encontramos,  "algo" que viene a nuestro encuentro, algo que nos enfrenta.  Y aquí bajo un cambio y toco tierra.
¿Nos enfrenta como este despelote político y social actual?  ¿Pero por qué no nos enfrenta a todos de la misma manera, sino  todo lo  contrario,  enfrenta a los compatriotas entre sí?
Porque debemos recordar que con las meras impresiones dadas no es suficiente para el acto de conocer,  sino que también el sujeto aporta esos modelos, formas, o moldes con los que cuenta a priori y entonces nos percatamos de que ese ob-jeto no nos es revelado a todos del mismo modo, de la misma manera.  
Todo esto para concluir que no se puede conocer la cosa en sí misma, sino que las cosas siempre se aprecian en un  “para sí”, atravesadas, iluminadas, teñidas  por la subjetividad. Subjetividad que en este aquí y ahora de nuestro país se puede observar claramente, en como cada uno de nosotros, los actores sociales, muerde con vehemencia enardecida la mano que cree portadora del dedo que le revolvió el narcisismo.  

(Bibliografía:  Kant, Critica de la razón pura- Principios de filosofía, A. Carpio- Noticiero matutino  y redes sociales)


domingo, 3 de abril de 2016

¿Cuándo una persona tiene que ir al psiquiatra o al psicólogo?

Leyendo una de las revistas más populares de los domingos, hoy 03-04, en la página 71, me encontré con un artículo relacionado a la salud mental en donde un lector realizaba la presente consulta: “¿Cuándo una persona tiene que ir al psiquiatra o al psicólogo?”  Y para mi gusto, la respuesta del Dr. me pareció  poco esclarecedora, un tanto imprecisa y veamos por qué.
Para comenzar me parece necesario no utilizar los términos “psicólogo”, “analista” y “psiquiatra” de manera indistinta, ya que no- es - lo - mismo.  Entonces decimos de manera resumida que el  psicólogo es un profesional de la salud formado en el estudio de los procesos mentales en sus  dimensiones cognitiva, afectiva y comportamentales del ser humano.  Estudia la conducta normal y las desviaciones de la normalidad, para lo cual puede valerse de diversas técnicas psicométricas y/o proyectivas, a parte de la entrevista psicológica.  
El psicólogo, es un Licencidado en psicología que cuenta con una matrícula profesional nacional,  puede tener formación en investigación, en tareas preventivas comunitarias en diversas asociaciones u organismos públicos, desempeñarse en el área, clínica,  educativa, deportiva, jurídica, ligadas al alivio del sufrimiento humano o no.  Entonces decimos que los psicólogos que optan por una formación clínica pueden hacerlo en diversas líneas teóricas de intervención psicoterapéuticas entre las que el psicoanálisis (es decir como analista) es una alternativa terapéutica más.
El psicoanálisis es un método descubierto por S. Freud, y continuado por otros muchos autores. Consiste en la búsqueda de verdad individual más allá de los acontecimientos, es decir, priorizando la realidad  psíquica del sujeto (sujeto del inconsciente), todo adquiere sentido por la forma en que han participado y se han sentido modificados, tanto, por las experiencias de  su realidad como por sus fantasías.  Para ello utiliza un método, “La asociación libre”, el diván, como recurso que genera un estado de relajación que propicia la disminución de las resistencias, facilitando el fluir de la palabra junto a la atención flotante del analista.
Para ser psicoanalista se requiere una carrera de grado,  que no necesariamente es la Psicología. 
Por otra parte el psiquiatra es un doctor en medicina, con matricula profesional nacional, especializado en psiquiatría, su incumbencia es la salud mental del paciente, es el ÚNICO  profesional habilitado a recetar y dosificar  psicofármacos,  medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso modificando algunas cuestiones en su funcionamiento químico.
Entonces, ahora podemos referirnos a la pregunta inicial: “¿Cuándo una persona tiene que ir al psiquiatra o al psicólogo?”

Para consultar con un profesional de la salud mental mínimamente tiene que haber una inquietud, malestar, una pregunta, lo que se conoce como una demanda.  Una necesidad de estar mejor.  Entonces, es ese el momento en que  la persona decide consultar a un profesional  aunque no siempre logra trabajar rápidamente desde la palabra.  Algunas veces, el acceso a la palabra se torna muy difícil por algunas cuestiones particulares, como altos niveles de ansiedad, o de angustias desbordantes etc. En muchas de estas situaciones, y otras,  el paciente se torna refractario a la palabra y a las intervenciones del profesional, necesitando de una interconsulta a psiquiatría para poder mejorar y avanzar hacia la salud. También existen situaciones, en la que a pesar de ser mayor de edad, son quienes lo rodean los que deben decidir que es momento de consultar, estos son los casos que comúnmente desde el inicio se abordan conjuntamente con psiquiatría.  Para todo ello el psiquiatra y el psicólogo y/o psicoanalista, deben trabajar interdisciplinariamente y en comunicación mutua, no hay otra forma si realmente se piensa en el bienestar del paciente.  


viernes, 1 de abril de 2016

El enojo y sus consecuencias

El enojo es una reacción normal del ser humano. Quién no se enojó alguna vez en su vida?  Basta con conducir un vehículo, ver un partido, discutir con alguien o simplemente ver los aumentos mencionados en un noticiero matutino. Ahora el enojo se convierte en un problema cuando ese enojo se siente con demasiada intensidad, con demasiada frecuencia o se expresa de manera inapropiada, descontroladamente.  El sentirse enojado intensa o frecuentemente causa extremado estrés  en el cuerpo.  Durante episodios prolongados y frecuentes de enojo, ciertas áreas del sistema nervioso se activan desmesuradamente.  Como consecuencia, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco aumentan y se mantienen elevados por períodos prolongados. Este estrés en el cuerpo puede ocasionar muchos problemas de salud, tales como la hipertensión, las cardiopatías y una disminución en la eficiencia del sistema inmunológico y muchas más enfermedades somáticas.
Controlar el enojo se relaciona con las consecuencias negativas que resultan de la expresión descontrolada de dicho  enojo.  En un extremo, el enojo puede conducir a la violencia o a la agresión física, lo cual puede ocasionar un sin número de consecuencias negativas, tales como el ser arrestado o encarcelado, resultar herido, perder a seres queridos, ser expulsado de un ambiente social como la  escuela, el  trabajo, club etc.
Aun cuando el enojo no lleve a la violencia física, las expresiones del mismo, tales como la manifestación  verbal o la conducta amenazadora o agresiva, suelen tener consecuencias terriblemente negativas.
Por ejemplo, es posible que los otros sientan miedo, resentimiento y falta de confianza hacia las personas que los someten a explosiones de enojo.
¿Pero puede haber un beneficio de la conducta de enojarse? Si, puede haber un beneficio, en algunos casos puede tener  inicialmente muchas recompensas aparentes. Una podría ser  poder manipular y controlar a los demás a través de la conducta amenazadora o agresiva ya que otros pueden hacer caso a las demandas de una persona porque la temen sus amenazas verbales como ironías descalificaciones o a su violencia en general.  Otro beneficio puede ser el alivio de la tensión que se produce cuando se pierde el control y se actúa con agresividad.
Algunos autores las llaman recompensas “aparentes”, ya que las consecuencias negativas a largo plazo superan ampliamente las ganancias de corto plazo.  Por ejemplo para los niños, tales conductas significan que sufrirán daños físicos si no obedecen. La recompensa inmediata para el padre o la madre sería que los hijos obedecen sus órdenes. La consecuencia a largo plazo, sin embargo, puede ser que los niños aprenden a tenerle miedo o a sentir desagrado por ellos y lleguen a sentirse distanciados afectivamente.  Es posible que a medida que crezcan, traten de evitar el contacto, se sientan inseguros de ellos mismos, temerosos o se identifiquen con la violencia de sus padres.
Existen creencias populares sobre el enojo que hay que desmentir:
·         - El enojo es hereditario. Un error o mito común acerca del enojo es que la manera de expresar el enojo es heredada, se aprende y es un síntoma, un indicador.
·        -  Otro mito acerca del enojo consiste en creer que la única manera eficaz de expresar el enojo es a través de la agresión. Normalmente se piensa que el enojo es algo que, una vez que surge, se va intensificando hasta constituir una agresiva explosión de furia.
·        -  Que tenemos que ser agresivos para conseguir lo que queremos. Muchas personas confunden la asertividad con la agresión.
·         - Siempre es positivo expresar el enojo. Durante muchos años, la creencia popular entre numerosos profesionales en el área de la salud física y mental y entre la gente en general, era que la expresión agresiva del enojo, como gritar o pegarle a la almohada, era terapéutica y saludable.

Hay que tomar conciencia del enojo y hacia donde nos conduce.  Para superar el enojo se debe tomar conciencia de las situaciones, circunstancias y conductas de los demás y las propias que desencadenan o “disparan” el enojo y trabajarlas en el ámbito adecuado.
Esta toma de conciencia también involucra la comprensión de las consecuencias posteriores al enojo y si realmente es lo que queremos para nosotros mismos.
A veces las circunstancias involucran otras cuestiones más complejas que una mera condición de hábitos, por lo que es recomendable consultar con un profesional antes de llegar al límite.