viernes, 1 de abril de 2016

El enojo y sus consecuencias

El enojo es una reacción normal del ser humano. Quién no se enojó alguna vez en su vida?  Basta con conducir un vehículo, ver un partido, discutir con alguien o simplemente ver los aumentos mencionados en un noticiero matutino. Ahora el enojo se convierte en un problema cuando ese enojo se siente con demasiada intensidad, con demasiada frecuencia o se expresa de manera inapropiada, descontroladamente.  El sentirse enojado intensa o frecuentemente causa extremado estrés  en el cuerpo.  Durante episodios prolongados y frecuentes de enojo, ciertas áreas del sistema nervioso se activan desmesuradamente.  Como consecuencia, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco aumentan y se mantienen elevados por períodos prolongados. Este estrés en el cuerpo puede ocasionar muchos problemas de salud, tales como la hipertensión, las cardiopatías y una disminución en la eficiencia del sistema inmunológico y muchas más enfermedades somáticas.
Controlar el enojo se relaciona con las consecuencias negativas que resultan de la expresión descontrolada de dicho  enojo.  En un extremo, el enojo puede conducir a la violencia o a la agresión física, lo cual puede ocasionar un sin número de consecuencias negativas, tales como el ser arrestado o encarcelado, resultar herido, perder a seres queridos, ser expulsado de un ambiente social como la  escuela, el  trabajo, club etc.
Aun cuando el enojo no lleve a la violencia física, las expresiones del mismo, tales como la manifestación  verbal o la conducta amenazadora o agresiva, suelen tener consecuencias terriblemente negativas.
Por ejemplo, es posible que los otros sientan miedo, resentimiento y falta de confianza hacia las personas que los someten a explosiones de enojo.
¿Pero puede haber un beneficio de la conducta de enojarse? Si, puede haber un beneficio, en algunos casos puede tener  inicialmente muchas recompensas aparentes. Una podría ser  poder manipular y controlar a los demás a través de la conducta amenazadora o agresiva ya que otros pueden hacer caso a las demandas de una persona porque la temen sus amenazas verbales como ironías descalificaciones o a su violencia en general.  Otro beneficio puede ser el alivio de la tensión que se produce cuando se pierde el control y se actúa con agresividad.
Algunos autores las llaman recompensas “aparentes”, ya que las consecuencias negativas a largo plazo superan ampliamente las ganancias de corto plazo.  Por ejemplo para los niños, tales conductas significan que sufrirán daños físicos si no obedecen. La recompensa inmediata para el padre o la madre sería que los hijos obedecen sus órdenes. La consecuencia a largo plazo, sin embargo, puede ser que los niños aprenden a tenerle miedo o a sentir desagrado por ellos y lleguen a sentirse distanciados afectivamente.  Es posible que a medida que crezcan, traten de evitar el contacto, se sientan inseguros de ellos mismos, temerosos o se identifiquen con la violencia de sus padres.
Existen creencias populares sobre el enojo que hay que desmentir:
·         - El enojo es hereditario. Un error o mito común acerca del enojo es que la manera de expresar el enojo es heredada, se aprende y es un síntoma, un indicador.
·        -  Otro mito acerca del enojo consiste en creer que la única manera eficaz de expresar el enojo es a través de la agresión. Normalmente se piensa que el enojo es algo que, una vez que surge, se va intensificando hasta constituir una agresiva explosión de furia.
·        -  Que tenemos que ser agresivos para conseguir lo que queremos. Muchas personas confunden la asertividad con la agresión.
·         - Siempre es positivo expresar el enojo. Durante muchos años, la creencia popular entre numerosos profesionales en el área de la salud física y mental y entre la gente en general, era que la expresión agresiva del enojo, como gritar o pegarle a la almohada, era terapéutica y saludable.

Hay que tomar conciencia del enojo y hacia donde nos conduce.  Para superar el enojo se debe tomar conciencia de las situaciones, circunstancias y conductas de los demás y las propias que desencadenan o “disparan” el enojo y trabajarlas en el ámbito adecuado.
Esta toma de conciencia también involucra la comprensión de las consecuencias posteriores al enojo y si realmente es lo que queremos para nosotros mismos.
A veces las circunstancias involucran otras cuestiones más complejas que una mera condición de hábitos, por lo que es recomendable consultar con un profesional antes de llegar al límite.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias Nancy!! te invito a que sugieras alguna temática o realices alguna consulta. Saludos.

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