El enojo es una reacción normal del
ser humano. Quién no se enojó alguna vez en su vida? Basta con conducir un vehículo, ver un
partido, discutir con alguien o simplemente ver los aumentos mencionados en un
noticiero matutino. Ahora el enojo se convierte en un problema cuando ese enojo
se siente con demasiada intensidad, con demasiada frecuencia o se expresa de
manera inapropiada, descontroladamente. El sentirse enojado intensa o frecuentemente
causa extremado estrés en el cuerpo. Durante episodios prolongados y frecuentes de
enojo, ciertas áreas del sistema nervioso se activan desmesuradamente. Como consecuencia, la presión sanguínea y el
ritmo cardíaco aumentan y se mantienen elevados por períodos prolongados. Este
estrés en el cuerpo puede ocasionar muchos problemas de salud, tales como la
hipertensión, las cardiopatías y una disminución en la eficiencia del sistema
inmunológico y muchas más enfermedades somáticas.
Controlar el enojo se relaciona con las
consecuencias negativas que resultan de la expresión descontrolada de dicho enojo.
En un extremo, el enojo puede conducir a la violencia o a la agresión
física, lo cual puede ocasionar un sin número de consecuencias negativas, tales
como el ser arrestado o encarcelado, resultar herido, perder a seres queridos,
ser expulsado de un ambiente social como la escuela, el trabajo, club etc.
Aun cuando el enojo no lleve a la
violencia física, las expresiones del mismo, tales como la manifestación verbal o la conducta amenazadora o agresiva,
suelen tener consecuencias terriblemente negativas.
Por ejemplo, es posible que los otros
sientan miedo, resentimiento y falta de confianza hacia las personas que los
someten a explosiones de enojo.
¿Pero
puede haber un beneficio de la conducta de enojarse? Si, puede haber un
beneficio, en algunos casos puede tener inicialmente muchas
recompensas aparentes. Una podría ser poder manipular y controlar a los demás a
través de la conducta amenazadora o agresiva ya que otros pueden hacer
caso a las demandas de una persona porque la temen sus amenazas verbales como ironías descalificaciones
o a su violencia en general. Otro
beneficio puede ser el alivio de la tensión que se produce cuando se pierde el control y se actúa con agresividad.
Algunos autores las llaman
recompensas “aparentes”, ya que las consecuencias negativas a largo plazo superan
ampliamente las ganancias de corto plazo.
Por ejemplo para los niños, tales conductas significan que sufrirán
daños físicos si no obedecen. La recompensa inmediata para el padre o la madre
sería que los hijos obedecen sus órdenes. La consecuencia a largo plazo, sin
embargo, puede ser que los niños aprenden a tenerle miedo o a sentir desagrado
por ellos y lleguen a sentirse distanciados afectivamente. Es posible que a medida que crezcan, traten de
evitar el contacto, se sientan inseguros de ellos mismos, temerosos o se
identifiquen con la violencia de sus padres.
Existen creencias populares sobre el
enojo que hay que desmentir:
· - El enojo es hereditario. Un error o mito común acerca del
enojo es que la manera de expresar el enojo es heredada, se aprende y es un síntoma, un indicador.
· - Otro
mito acerca del enojo consiste en creer que la única manera eficaz de expresar
el enojo es a través de la agresión. Normalmente se piensa que el enojo es algo
que, una vez que surge, se va intensificando hasta constituir una agresiva
explosión de furia.
· - Que tenemos que ser agresivos para conseguir lo que
queremos. Muchas
personas confunden la asertividad con la agresión.
· - Siempre es positivo expresar el enojo. Durante muchos años, la creencia
popular entre numerosos profesionales en el área de la salud física y mental y
entre la gente en general, era que la expresión agresiva del enojo, como gritar
o pegarle a la almohada, era terapéutica y saludable.
Hay
que tomar conciencia del enojo y hacia donde nos conduce. Para superar el enojo se debe tomar conciencia de las
situaciones, circunstancias y conductas de los demás y las propias que
desencadenan o “disparan” el enojo y trabajarlas en el ámbito adecuado.
Esta toma de conciencia también
involucra la comprensión de las consecuencias posteriores al enojo y si
realmente es lo que queremos para nosotros mismos.
A veces las circunstancias involucran
otras cuestiones más complejas que una mera condición de hábitos, por lo que es
recomendable consultar con un profesional antes de llegar al límite.
MUY INTERESANTE.
ResponderEliminarMuchas gracias Nancy!! te invito a que sugieras alguna temática o realices alguna consulta. Saludos.
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