miércoles, 24 de febrero de 2016

Prefiero vivir más despacio

El sociólogo Guilles Lipovetsky (1983) en La era del vacío, es de la idea de que con el devenir de la cultura se produjo un cambio de modelo en relación con la simbología mitológica que representa a la cultura, a saber, en la modernidad Prometeo, [Que  le arrebató  a los Dioses en función de los hombres]; Fausto, [Quien vendió su alma a cambio de belleza y juventud eterna];  Sísifo [Quien fue condenado al esfuerzo eterno por desafiar a la muerte engañando a los Dioses]; todos ellos representaban al hombre moderno, siendo desplazados, luego en la posmodernidad por Narciso. El autor continúa con su análisis diciendo que el culto al consumo, la proliferación de las imágenes, la burocracia, la educación permisiva, “la relativización de la ley” -lo encomillado es agregado mío-  entre otros factores han creado en el hombre, una modalidad de vincularse que rige tanto para  consigo mismo como así también para con el prójimo, el narcisismo

El Magister en psicoanálisis G. Apolo (2008) en su texto La violencia de la inconsistencia nos dice que “El mundo actual nos hace creer que nada es imposible, al mismo tiempo que, el desfallecimiento de la autoridad, corre paralelo con la caída de los ideales comunes y la ausencia de ideas rectoras capaces de orientar. De esto resulta un estado de fragmentación, en el que la rotura de los vínculos deja a los sujetos más permeables al pánico y a la angustia, ante la ausencia de lazos afectivos entre ellos”.


Todo rápido, instantáneo, al alcance de un “click”, todo, tené  todo lo que necesitas “ya”, desbordan  tus sentidos   millones de estímulos… Todo tan fugaz, tan efímero;  pero veamos que al final, así, solo queda             el vacío.  
Creo que es provechoso poder detenerse un instante y reflexionar sobre nuestros vínculos, qué es realmente lo que queremos para nosotros y nuestros seres queridos.

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